La alcaldesa de Llerena, Juana Moreno, ha mantenido un encuentro con miembros del estudio NGNP Arquitectos, responsables del proyecto de redacción de la construcción de la Residencia y Centro de Día de Llerena. Un proyecto que podría estar terminado en el mes de septiembre tras el retraso por la pandemia. EL proyecto se ha entregado ya al SEPAD «y ahora sus técnicos estudiaran si hay que someterlo a la adecuación oportuna para que cumpla la normativa que tiene vigente la comunidad para estos espacios», según ha dicho la alcaldesa.

Un centro residencial que contara con 70 plazas de válidos, 10 plazas de enfermos más dependientes y 10 plazas de estancia diurna. La residencia esta planificada en una sola planta con 8.000 m2 en un solar de 17.000 m2 disponibles con un presupuesto de 5.135.815,03 € .

NGNP Arquitectos,ganó la licitación del servicio de redacción de los proyectos técnicos (básico y de ejecución), del estudio geotécnico y del estudio de seguridad y salud de un Centro Residencial Mixto y Centro de Día.

El estudio NGNP Arquitectos, de José Antonio Plaza, Juan Carlos Herrera y Enrique Naranjo,lograron el primer premio en el concurso para nuevo Centro Residencial Mixto y Centro de Día en Llerena. Se trata de un proyecto de uso residencial y que tendrá una escala de 3.813,71 m2.

La propuesta se fundamenta en una decisión tipológica y proyectual clara: construir el edificio en una única planta. Esta opción responde a la idea de diseñar el centro para las personas, priorizando sus necesidades y preferencias. Una residencia en dos plantas tendrá una huella menor, y por tanto liberará más espacio libre de parcela, pero el estudio entiende que esto carece de importancia en un solar de 17.000 m2 disponibles, de los cuales se pretenden ocupar 8.000 m2 en esta fase, más que suficientes para desarrollar la edificación en un solo nivel y disponer de espacios exteriores adecuados y suficientes. Por el contrario, extender el edificio en una única planta genera una residencia horizontal, pensada para favorecer el paseo y la actividad de los usuarios, los mayores, que aquí encontrarán un hogar agradable y acogedor, semejante a un pequeño pueblo donde los servicios y las actividades están razonablemente distribuidas: un escenario motivador para su vida.

Esta decisión se plasma en un edificio de tipología clara y circulaciones sencillas, donde las personas puedan orientarse con facilidad. La residencia se organiza con un cuerpo central, que concentra los servicios generales y espacios comunes, conectados mediante un gran eje longitudinal de circulación, y dos claustros adosados a ambos lados: uno mayor que alberga las habitaciones entorno a un gran jardín, y otro más pequeño donde se ubican la cafetería y la unidad de cuidados paliativos. Esta sencilla composición genera una volumetría reconocible, de escala humana, que se encaja con precisión en la parcela disponible, construyendo los límites y liberando un gran espacio central. Además, la distribución planteada permite una sencilla ampliación futura de la residencia, construyendo hacia el norte, en el espacio de 8000 m2 restante de parcela, otro claustro de habitaciones similar al propuesto, con aumento de los servicios comunes si fuese necesario.

Se proyecta un edificio de lenguaje contemporáneo, pero que resulte absolutamente familiar a los mayores, reinterpretando para ello tipos y elementos de la arquitectura vernácula que ha modelado sus pueblos y sus vidas: patios, tapias encaladas, huecos profundos, contrastes de luces y sombras: masas y vacíos bajo el sol, el frescor de los pequeños jardines, macetas y plantas, el alivio de la sombra, etc. En coherencia con esto, la fachada de las habitaciones se genera agrupando las ventanas de tres de ellas en un único espacio cubierto, una terraza o porche que funciona como “puerta de la casa” hacia los jardines perimetrales, ofreciendo a los residentes un espacio intermedio, apropiable, de escala humana, que puede reforzar su sentido de pertenencia y su identificación con el edificio.

Se trata de aplicar todo este sentido común a una arquitectura sencilla y adecuada, para construir una residencia de muros blancos y amplias galerías luminosas, que engarzan espacios de diferentes escalas que resulten amables con los residentes. En sección, se busca una cierta variedad espacial, aumentando la altura de los espacios más amplios (comedor, vestíbulo y salas de estar) que además disfrutan de luz natural adicional gracias a la aparición de lucernarios orientados al norte. Se trata de generar en definitiva, un ambiente cómodo y amable, que sea familiar a los usuarios. Porque esa, en resumen, es la piedra angular de la propuesta: el usuario como centro y origen de las decisiones. Es esta memoria colectiva de los usuarios, mayores o no tanto, la que da sentido a las elecciones realizadas, la que dota de domesticidad y gratitud a los espacios comunes de la residencia: recorridos y estancias de diferentes escalas siempre exteriores, soleados y vinculados a espacios ajardinados…Y aún más, esta misma memoria, estos recuerdos e imágenes del pasado, inspiran la materialidad del edificio: un entorno de tonos claros y tranquilizadores, pero aderezado por esos materiales queridos, reconocibles, de toda la vida: los muros blancos, la cerámica y la madera, que aportan la calidez y comodidad deseadas…, y los árboles, siempre el verdor del jardín como telón de fondo de la vida.