La sequía y la falta de relevo generacional ponen en peligro el oficio de sacador de corcho, precisamente cuando este material es muy demandado y se paga bien en el mercado internacional.

En el monte de Valdelosa en Salamanca, donde está el mayor alcornocal de Castilla y León, trabajan estos días de ola de calor cuadrillas de sacadores extremeños que este año empezaron la temporada antes, ya en mayo, por el aumento de las temperaturas.

«El tiempo está cambiando, la temporada se ha adelantado por las calores», explica el sacador pacense Paco Carrasco Mena a EFE en una pausa breve porque la mañana avanza y después de la una ya no podrán seguir trabajando bajo el riguroso bochorno de esta semana en Salamanca.

A pesar de la ola de calor, a Carrasco le gusta trabajar en este monte porque «es más fresco» que las otras zonas de España donde hay grandes alcornocales, sobre todo Extremadura y algunas áreas concretas de Andalucía.

Él lleva décadas sacando, desde que terminó el instituto, y también ha dado formaciones donde confirma que «hay escasez de personal», que no hay relevo en un oficio «que paga bien» pero es «temporal y muy duro por la calor».

Valdelosa perdió sus últimas cuadrillas de sacadores hace años. «Son oficios de dos, tres, cuatro meses. La gente busca una estabilidad en el empleo. Han quedado cuadrillas sobre todo en Extremadura y en algunas zonas de Andalucía, cada vez menos, porque pasa lo mismo que pasó aquí», indica a EFE Manuel Prada, alcalde de este municipio desde hace más de 30 años.

«SI ESTO ESTUVIERA EN VALLADOLID, SERÍAMOS LA JOYA DE LA CORONA»

El alcornocal del término de Valdelosa tiene 6.300 hectáreas, 3.300 del Ayuntamiento y los vecinos y el resto de fincas privadas. Por ser más alto que los otros alcornocales y estar en un clima más fresco, todavía aguanta el envite de la sequía que ya está afectando con dureza a estos árboles en Andalucía y Extremadura.

«Si este alcornocal estuviera en Valladolid, seríamos la joya de la corona. Pero estamos en tierra de nadie, entre Salamanca y Zamora. Nos sentimos abandonados por la Junta», dice Prada, que hace un mes pidió una reunión con la Consejería de Agricultura (que dirige Vox) para buscar las ayudas que no llegan.

Ahora el Ayuntamiento se hace cargo de los «cortafuegos, de las podas, para evitar incendios», por valor de más de 200.000 euros anuales. «El alcornocal da dinero, pero solos no podemos hacer esto», asegura el alcalde.

UN FUTURO PARA EL PUEBLO

Valdelosa agredece el legado que significa un alcornocal como este. El corcho se paga a 3 euros por kilo, «es oro», reconoce el alcalde. Y sacan cada año unos 150.000 kilos.

El corcho de Valdelosa puede acabar en Estados Unidos o en Reino Unido. Es un material muy demandado no sólo para las botellas de vino, «donde más se cotiza porque no le han encontrado sustituto», sino también «como aislante, para zapatos, vestidos, monederos, fundas de teléfono».

El ciclo del corcho en Valdelosa es de diez años, lo que tarda en regenerarse, y en ese periodo superan los 3 millones de kilos de este producto natural, lo cual es, en palabras del alcalde, «una bestialidad».

Además, cuenta, «esto es bueno para el árbol, crece mejor, le da más vida». En Valdelosa hay árboles de más de cinco siglos cuya existencia asegura para el pueblo, si se mantiene el oficio de sacador y la sequía no arruina la corteza, un futuro económico mejor que el de la mayoría de los municipios de la España despoblada que ven desaparecer su ganadería y agricultura. EFE