(EFE).- Extremadura se ha comprometido este viernes a cuidar y proteger con ‘jeito’ no solo su acento como seña de identidad, sino su gran riqueza linguística que se materializa en las tres lenguas vernáculas que conviven en su territorio con el castellano: el estremeñu, el portugués rayano y a fala, tres lenguas que aún ‘palran’ alrededor de 200.000 personas en una región que a duras penas supera el millón de habitantes.

Para ello, la Comisión de Cultura, Turismo, Jóvenes y Deportes de la Asamblea de Extremadura ha aprobado una propuesta de impulso, con el voto en contra de Vox, para instar al Gobierno extremeño a declarar Bien de Interés Cultural (BIC) el estremeñu y el portugués rayano, tal y como ha solicitado el propio Consejo de Europa para proteger estas lenguas minoritarias, pues a fala ya cuenta con esta declaración desde hace 20 años.

Las tres lenguas disponen del reconocimiento internacional no solo de las instituciones europeas, sino también de la UNESCO o SIL International y han sido estudiadas en distintas universidades españolas y portuguesas, así como del resto de Europa.

Avanzado estado de disglosia

Según la diputada de Unidas por Extremadura, Nerea Fernández, promotora de la iniciativa, las tres conviven con el castellano pero “están en un estado muy avanzado de disglosia”, es decir con mucho menos prestigio y relegadas a elementos de folclore o a la vida privada en casa, aunque en los últimos años hay perfiles divulgadores de estas lenguas en redes sociales que propician que muchos jóvenes extremeños las reivindiquen con orgullo.

Fernández ha destacado también el “trabajo ingente” que a favor de su protección hacen asociaciones ciudadanas como ‘Oscec Estremaúra’, “el órgano de coordinación del estremeñu y la su cultura”, que en los últimos años ha publicado un manual de ortografía y el Diccionario de Equivalencias Castellano-Estremeñu; ‘A nosa fala’ y ‘U lagartu verdi’; o ‘Além Guadiana’, favor del portugués oliventino.

A fala, lengua romance del subgrupo galaíco-portugués, quizás sea la más conocida de estas tres lenguas fuera de la región en parte por el apoyo que también ha recibido desde Galicia, donde es considerada una forma del galego que se habla en el Valle de Xálima, al norte de la provincia de Cáceres.

Además, a fala cuenta con tres variantes en Extremadura, el mañego, el lagartero y el valverdeño, que se hablan respectivamente en San Martín de Trevejo, Eljas y Valverde del Fresno, todos ellos municipios pertenecientes a la Sierra de Gata.

Por su parte, el estremeñu, que pervive mayoritariamente en la comarca cacereña de Las Hurdes, pero también se ‘palra’ a lo largo y ancho de Extremadura y de la Sierra de Francia, en Salamanca, es otra lengua romance, en este caso proveniente del asturleonés que llegó a estas tierras más del sur por la herencia histórica de la trashumancia.

Por el acento

Nerea Fernández y otros diputados de la comisión han reivindicado además, no solo la riqueza linguística de la región, sino que a los extremeños se nos conozca en todo el mundo por el acento, como proclamó recientemente una famosa y premiada campaña de una marca de cervezas que consiguió resucitar a Lola Flores para reivindicar el orgullo de las raíces, frente a los estigmas y estereotipos que relacionaban el extremeño o el andaluz con un castellano mal hablado.

La propuesta de Unidas por Extremadura plantea, además de las declaraciones BIC para el estremeñu y el portugués rayano, que se habla en muchos municipios de la frontera, incluir en el currículo escolar el fomento y conocimiento de estas tres lenguas, asumirlas como elementos de identidad cultural, y reforzar la investigación, la conciencia linguística, y la divulgación de estas con campañas informativas.

La propuesta ha sido aprobada con una enmienda de modificación del PP, ya que el diputado de este grupo, Gonzalo Blanco, ha recordado que ya se recoge en el currículo escolar de Extremadura, según los distintos niveles educativos, y ha planteado retirar de la iniciativa de Unidas las alusiones a un posible “complejo de inferioridad linguística que padecen los hablantes extremeños”, ya que ha visto necesario abandonar este tipo de mensajes, ya superados, “aunque todavía quede mucho trabajo por hacer”.

“Nuestras palabrinas, nuestra esencia”

Mientras Vox ha considerado todos estos asuntos como no prioritarios para la sociedad extremeña y ha criticado que alentan un problema identitario inexistente en Extremadura, aunque suponen un mandato del propio del Estatuto de Autonomía, el arqueólogo especializado en Patrimonio Cultural y diputado del PSOE, José Ramón Bello, ha hecho un llamamiento a proteger con ‘jeito’ -con cariño, empeño y dedicación- la riqueza linguística e identitaria de Extremadura, “nuestras palabrinas, nuestra esencia”.

“No les parecen hermosas palabras como empelete (desnudo), arrepío (locura), calambuco (cacharro para contener líquido), serillo (musgo), sotarraña (avispa), desarbolao (despojado) o tiritaina (inquieto, revoltoso)”, se ha preguntado.