El gran apagón, el robo de cable en la línea de AVE Madrid-Sevilla, la incidencia de Telefónica y el caos de Rodalies, son algunos de los hechos que han golpeado el sistema de telecomunicaciones español. Aún no hay causas ni culpables.
Cuando España está aún digiriendo el resultado obtenido por Melody en Eurovisión y la decisión del presidente Sánchez, que ha decidido emprender una cruzada contra Israel, un nuevo incidente con las telecomunicaciones ha sacudido nuestro país. Una incidencia en la red de Telefónica ha dejado sin teléfono e internet a miles de ciudadanos y empresas de comunidades como Aragón, Comunidad Valenciana, Andalucía, Extremadura, País Vasco, Navarra, Aragón y Canarias, y lo que es más grave, al servicio de emergencias 112.
La incidencia ha comenzado a las 2:00 horas de la madrugada del martes y ha tenido en vilo a buena parte de la población española hasta casi las 15:00 horas de la tarde. El director de Operaciones, Redes TI de Telefónica, Sergio Sánchez, ha informado de que los incidentes se han debido a «un trabajo de actualización de la red», que ha provocado una «incidencia en uno de los routers de nuestra red», la cual ha repercutido «en los servicios de algunas empresas y servicios públicos, también algún impacto en el servicio local de alguna geografía».
Pese a que este mensaje se ha publicado en las redes sociales de Movistar España a las 12:00 horas del mediodía del martes, lo cierto es que los usuarios han seguido publicando reportes hasta unas horas después. Sánchez ha garantizado que «desde el primer momento se ha activado el Comité de Incidencias de Red, se han aislado los nodos afectados y se ha desplazado personal de campo para poder realizar actuaciones». No obstante, comunidades como Galicia y Andalucía han mostrado su descontento por la situación y han reclamado a Telefónica que avise con anterioridad sobre estas actuaciones para que puedan prepararse para las posibles ‘crisis’, ya que el servicio de emergencias 112 había dejado de funcionar.
Sin embargo, desde que el pasado mes de abril, España, Portugal y partes del sur de Francia, registrasen un ‘cero’ energético se han producido una serie de incidentes que hacen que los españoles se pregunten, ¿qué pasa con las telecomunicaciones en nuestro país?
28 de abril: El gran apagón
El lunes 28 de abril a las 12:33 horas de la tarde, de repente, todo se apagó. En medio del caos que generó el no tener semáforos, internet o cobertura móvil, el presidente Sánchez anunció que «15 gigavatios de generación se han perdido súbitamente del sistema en apenas cinco segundos». Este hecho, como suele ser habitual, se romantizó en redes sociales, puesto que la gente redescubrió el poder de la comunicación entre las personas y que se puede hacer vida más allá de una pantalla.
Pero 10 horas de apagón merecían una explicación. Por tanto, las miradas se tornaron sobre la presidenta de Red Eléctrica, Beatriz Corredor, quien rápidamente aseguró que no iba a dimitir y que el trabajo de la compañía que dirige había sido íntegro. En su ayuda salió Sánchez, quien anunció una investigación a los operadores privados y las solicitudes de informes a Europa, Red Eléctrica y las empresas privadas.
Casi un mes después, la única hipótesis que parecía descartada -la del ciberataque- ha sido reintroducida en la ecuación por la ministra de Transición Ecológica, Sara Aagesen, quien ha ratificado en ‘Más de Uno’ ante Carlos Alsina que pese a que no se elimina, no han aparecido indicios que apunten a ella. Por tanto, lo que sí que se sabe es que se trabaja en la hipótesis de la sobretensión; las perdidas de generación comenzaron en Sevilla, Badajoz y Granada y que se ha reforzado el sistema con la implicación de centrales hidráulicas y térmicas, aunque se puede volver a repetir un apagón de estas magnitudes.
5 de mayo: inutilización de la línea de AVE Madrid-Sevilla
Casi 11.000 personas y 30 trenes se vieron afectados por el robo del cableado de la línea ferroviaria que une Madrid y Sevilla a la altura de Mora, Orgaz y Urda (Toledo), que provocaron demoras de 25 minutos en los trenes de Larga Distancia, Alta Velocidad y AVANT. Asimismo, el presidente de Renfe, Álvaro Fernández Heredia, comunicó que un tren de la compañía Iryo se había enganchado en una catenaria y tuvo que ser remolcado, lo que provocó que los trenes se quedaran sin energía.
Ante este caos, la empresa pública de transportes habilitó Salas Club, en las que entregó comida, bebidas y mantas a quienes permanecían en las estaciones, así como reservó 220 habitaciones de hotel para las personas que viajasen con menores, mayores y pasajeros con necesidades especiales. Igualmente, rogó que, debido al número de trenes afectados en las vías y para evitar la aglomeración en la estación Madrid-Puerta de Atocha, los viajeros con dirección a Toledo, Puertollano y Andalucía no se personaran en las instalaciones hasta las 8:00 de la mañana.
El ministro de Transportes, Óscar Puente, calificó el incidente como «grave sabotaje»; anunció que la Guardia Civil había iniciado una investigación y solicitó la colaboración ciudadana para agilizar la localización de los culpables. Lo cierto es que, dos semanas después, los responsables siguen sin aparecer.
19 de mayo: nuevo caos en Rodalies
Pero por si no era suficiente, Rodalies volvió a vivir una mañana de infarto el pasado lunes. La señalización de El Prat de Llobregat y el Aeropuerto de Barcelona falló y afectó especialmente a las líneas R2 Nord y R2 Sud, lo que provocó que se suspendiese el servicio por completo a las 8:00 horas de la mañana. Asimismo, la R2 Sud también registró incidencias en el tramo que une Sant Vicenç de Calders y Barcelona. Por tanto, en plena hora punta, el sistema ferroviario volvió a fallar.
Si bien es cierto que estas incidencias no se extendieron demasiado en el tiempo, el descontento de los usuarios era más que notable. De hecho, comienza a ser habitual que el sistema de Rodalies falle, por lo que su director, Antonio Carmona, se vio obligado a conceder una entrevista en La 2, en la que intentó apaciguar los ánimos y en la que señaló que el servicio mejorará en dos años, cuando se finalicen las obras del plan de Rodalies.
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