Han aumentado las horas de riesgo de estrés térmico; el clima es más idóneo para la proliferación de virus como los del zika, chikungunya, dengue o malaria; la temporada de polen se ha extendido en el tiempo; el aumento de muertes ligadas al calor duplica en España las cifras europeas.
Lo llama The Lancet Countdown indicadores de «cuenta atrás», advirtiendo de la necesidad de tomar medidas urgentes ante un calentamiento global «sin precedentes» en el continente europeo. Y ofrece datos: el incremento medio de fallecimientos ligados al calor ha sido de 17 muertes por cada 100.000 habitantes. En España esa cifra se eleva hasta las 40 muertes y se sitúa a la cabeza de Europa. En 2023 se registraron temperaturas récord en todo el planeta y en Europa subieron el doble de la media mundial, los días de ola de calor crecieron un 41%.
Hay otros indicadores: las horas de riesgo de estrés térmico han aumentado, lo que se traduce en una reducción de la actividad física tanto en intensidad media (ciclismo o fútbol) como intensa (rugby o ciclismo de montaña). Esto provocará un mayor riesgo de enfermedades no transmisibles, como las cardiovasculares.
Más polen y más virus
Además, las temperaturas más cálidas durante más tiempo han provocado una prolongación de la estación del polen, solapando las temporadas de las plantas, lo que provoca más casos de alergias y de asma. Y el clima cálido es idóneo para la llegada a nuestras latitudes de patógenos que no estaban, como los virus del Nilo Occidental, el dengue, el chikunguña, el virus del Zika,la leishmaniasis o la malaria en el sur de Europa y las garrapatas, que propagan entre otras la enfermedad de Lyme o la fiebre hemorrágica del Congo, en el norte de Europa.
El cambio climático no es futuro, está aquí y mata.
La conclusión de los expertos de The Lancet no puede ser más contundente: «el cambio climático no es una teoría del futuro lejano escenario, está aquí y mata». Además, añaden, «es probable que los impactos del cambio climático empeoren dentro y fuera de Europa, afectando el bienestar de miles de millones de Europa. Reconociendo ese impacto, los estados deberían comprometerse con una transición medioambiental justa y saludable, lo que incluye asumir la responsabilidad global y el apoyo a las comunidades más afectadas».
Porque los efectos del aumento térmico tienen un sesgo importante: la mortalidad por calor fue dos veces mayor en las mujeres que en los hombres, los hogares con bajos ingresos tienen una probabilidad mayor de experimentar inseguridad alimentaria y la exposición al humo de los incendios forestales fue mayor en las zonas muy desfavorecidas.
Y en este contexto, el sur de Europa -con España a la cabeza- tiende a verse más afectado por las enfermedades relacionadas con el calor, los incendios forestales, la inseguridad alimentaria, la sequía, las enfermedades transmitidas por mosquitos y la leishmaniasis. El norte de Europa tiene mayor riesgo de enfermedades propagadas por la bacteria Vibrio y las garrapatas.
Europa emite seis veces más CO2 que África
Los datos ofrecidos por los 42 indicadores que maneja The Lancet, en el informe dirigido por el Centro Nacional de Supercomputación de Barcelona y el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) revela que en 2021 las emisiones procedentes de combustibles fósiles fueron de 5,4 toneladas de CO2 por persona en Europa, seis veces más que las de África y casi tres veces más que las emisiones por persona de América Central y del Sur.
Con la trayectoria actual, explica el informe, «se estima que la neutralidad de carbono se alcanzará en el año 2.100». De hecho, el uso del carbón sigue aumentando y en 2021 supuso el 13% del suministro energético total de Europa en 2021 frente al 12% en 2020. En 29 de los 53 países de Europa se siguen subvencionando los combustibles fósiles.
Mejora en contaminación atmosférica
En lo que sí se ha aplicado a Europa es en luchar contra la contaminación, y los resultados están ahí. Entre 2005 y 2020 las muertes atribuidas a las partículas PM 2,5 por combustión de combustibles fósiles disminuyeron un 59%, debido sobre todo a las tecnologías de control. «No se hace tanto -explica Cathry Tonne, codirectora de The Lancet Countdown en Europa- con la emisiones de efecto invernadero, que están subiendo».
Con todo lo dicho, la conclusión de los expertos es clara: «Ya estamos notando el coste del retraso en la acción -asegura la investigadora Rachel Lowe- pero también conocemos las recompensas que podríamos cosechar con la eliminación progresiva de los combustibles fósiles y las vías para conseguirlo: limitar el calentamiento global a menos de 1,5 grados supondría beneficios que salvarían vidas en toda Europa y fuera de ella».
ondacero.es