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Xabier Zabaleta, Rafa Gorrotxategi e Iban Mate muestran la personalidad de la cocina tradicional de Euskadi en las jornadas ‘Monumento Gastronómico’ de la localidad extremeña.

ARKAITZ DEL AMO
Sábado, 6 julio 2019, 08:39
La cocina vasca sigue abriéndose camino ‘urbi et orbi’ a base de trabajo y un buen grupo de cocineros que sigue apostando por la difusión como método para mantener el nombre y la imagen de nuestra cocina en el top de la gastronomía mundial. Acercar el producto a la gente, presentar todo lo bueno que ofrece la tierra y el mar es la mejor promoción que existe.

Xabier Zabaleta (Aratz Erretegia y presidente de Jakitea), Rafa Gorrotxategi e Iban Mate (Restaurante Dolarea) fueron los tres últimos embajadores de la cocina vasca. Tanto los cocineros como el repostero fueron invitados, a través de ACOCYREX (Asociación de Cocineros y Reposteros de Extremadura) y el Ayuntamiento de Llerena, a las jornadas ‘Llerena, Monumento Gastronómico’.

La pequeña localidad extremeña (5.800 habitantes) celebró los pasados 28, 29 y 30 de junio la decimotercera edición de un certamen que tuvo en la cocina vasca a la estrella invitada. Dos cenas en los patios del Complejo Cultural La Merced sirvieron a los chefs para presentar algunas pinceladas de una cocina que sigue teniendo tirón. Cerca de 100 comensales por noche llenaron las mesas de un espacio que permitió viajar a los presentes por el Cantábrico a través del paladar.

Productos km 0
Un menú sencillo a la par que elegante puso en valor el producto km 0 de Euskadi. Transportar todo el género hasta el destino fue una de las dificultades con las que se toparon los cocineros, que hicieron gala de su talento para convertir las dos noches en sendas veladas inolvidables. Al frente de los fogones Iban Mate y Xabier Zabaleta, que firmaron platos que enamoraron a los comensales que esperaron ansiosos cada una de las creaciones.

La ventresca de bonito con anchoas de Getaria (Salanort) y verduritas Aroa de Getaria con pimiento cristal de Navarra abrió el festín. La cena continuó con hongos a la plancha con foie y salsa agridulce, para dar paso a uno de los clásicos de Aratz Erretegia, el begihandi en su tinta. En Llerena se sintieron durante unos minutos en el comedor del restaurante de Igara. El plato principal quedó reservado, cómo no, para un pescado. Merluza del Cantábrico de anzuelo a la donostiarra fue la elaboración elegida.

Cuando la propuesta gastronómica parecía imposible de mejorar, Rafa Gorrotxategi cogió el mando en la cocina para cerrar el menú con un postre de diez: pantxineta con chocolate y fruta de la pasión. Broche de oro inmejorable para dos veladas que ya han quedado grabadas en la memoria de los 200 comensales que tuvieron la suerte de probar, en primera persona, algunas de las recetas de la cocina tradicional vasca.

Por razones obvias, un género de primera y mucho cariño en los fogones, la aceptación y la crítica fue realmente buena. Tanto es así que tras la primera de las dos cenas, la noche del 28 de junio, fue constante la presencia de comensales en las improvisadas cocinas del Complejo Cultural La Merced para felicitar a los cocineros. Lejos de casa se aprecia especialmente el talento vasco y la calidad de nuestros productos.

La propuesta liderada por Zabaleta, Mate y Gorrotxategi fue una de las cuatro que se presentaron esos días en Llerena. En los otros tres salones del Complejo Cultural, fueron cocineros locales los encargados de servir menús que tuvieron como hilo conductor la cocina vasca. Cada uno de ellos se encargó de diseñar platos en los que especialmente el pescado se integró en las profundidades de la gastronomía extremeña. Chefs como Ainhoa Barcena (Badajoz) y David Moreno (Plasencia) plantearon platos que unieron ambas cocinas.

Espectáculo en directo
Al margen de las cenas, las jornadas ‘Llerena, Monumento Gastronómico’ sirvieron para acercar la cocina vasca a la calle. Rafa Gorrotxategi ejerció de maestro de ceremonias elaborando tejas en directo ante un público entregado en los exteriores del Complejo Cultural La Merced. Un espectáculo que estuvo acompañado por otro no menos vistoso. Una kupela de sidra Bereziartua sirvió para que el txotx llegara hasta Extremadura. Una acción común en las sagardotegis, pero que para muchos pacenses resultó novedosa.

La cocina vasca volvió a salir airosa. Una materia prima espectacular y el cariño de cocineros y reposteros fueron los ingredientes de un cóctel que resultó un éxito rotundo.