A pesar de los costes, el endeudamiento y su efecto sobre el cambio climático, el turismo no parece un hábito fácil de replantear entre las actividades de ocio.
Es necesaria una mayor concienciación para construir un presente y futuro sostenibles. Para cambiar de hábitos hacen falta unas políticas públicas que no fomenten ni financien el turismo de masas.
A pesar de los costes, el endeudamiento y su efecto sobre el cambio climático, el turismo no parece un hábito fácil de replantear entre las actividades de ocio.
Es necesaria una mayor concienciación para construir un presente y futuro sostenibles. Para cambiar de hábitos hacen falta unas políticas públicas que no fomenten ni financien el turismo de masas.
Este año se calcula que siete de cada diez ciudadanas y ciudadanos del Estado español han viajado o viajarán en Navidades, con un gasto cercano por persona a los 700 euros, según Hosteltur, el portal de noticias del sector turístico. De esos siete, el 40% lo harán a destinos fuera del Estado, eligiendo ciudades europeas con estancias entre tres y cinco días aprovechando las vacaciones de Navidad.
La tendencia ha ido en aumento también en otros países de Europa, con el paréntesis de la pandemia. Ciudades como Praga, París, Roma o Londres se han llenado de turistas en busca de compras originales o los mercados navideños de Alemania, Austria o Alsacia, donde poblaciones especializadas en la Navidad como Rothenburg o Riquewihr se ven atestadas de osos de peluche colgantes, iluminaciones excesivas, vinos calientes y dulces aromatizados.
Sorprenden los destinos nevados sin más identificación que la nieve para encontrar a Papa Noel en un trineo tirado por renos. Santa Claus, en realidad San Nicolás de Mira, nació en la actual Turquía y es el origen de la tradición de los regalos anónimos a niñas y niños, a los que San Nicolás salvó de la prostitución o la muerte con entregas misteriosas en los comienzos de los obsequios navideños.
Apropiación occidental de sucesos de oriente en la festividad pagana del solsticio, el nacimiento de Mitra que se hace coincidir, erróneamente, con el nacimiento en Palestina de un niño perseguido y pobre en un establo.
Lejos de la contención, los precios del sector turístico han aumentado desde 2017 un 18%, mientras los carburantes lo hacían un 13% o los productos de alimentación, que de promedio aumentaron un 14%.
Esta realidad indica que viajar no se considera un gasto superfluo sino un gasto fijo en los presupuestos en tiempos de esfuerzo y concienciación ambiental.
Incluso el viajar a crédito ha aumentado un 8% con préstamos a corto plazo de un alto interés que pueden superar el 10%, al subir todos los tipos en el último año.
Las vacaciones estivales supusieron un gasto medio de 1130 euros en 2023 en una media de 12,5 días, por lo que el gasto medio en Navidades supone el doble teniendo en cuenta que la duración media de los viajes vacacionales de Navidad son cuatro días, lo que ha convertido a diciembre el segundo mes con más desplazamientos del año.
Tampoco se debe olvidar que cerca del 35% de la población española no se puede ir de vacaciones ni un solo día al año.
El 8% de los gases de efecto invernadero los provoca el turismo por su necesaria conexión con el transporte. Aunque sea más eficiente, no deja de aumentar en usuarios. Sin embargo, a pesar de los costes, el endeudamiento y su efecto sobre el cambio climático, el turismo no parece un hábito fácil de replantear entre las actividades de ocio.
Es necesaria una mayor concienciación para construir un presente y futuro sostenibles. Para cambiar de hábitos hacen falta unas políticas públicas que no fomenten ni financien el turismo de masas.