El presidente de APAG Extremadura Asaja, Juan Metidieri ha solicitado a la Junta de Extremadura que autorice la quema controlada de rastrojos como instrumento para controlar las plagas y malas hierbas en el campo.

Según ha argumentado el dirigente agrario, la quema de rastrojos es un sistema tradicional, respetuoso con las producciones, al no necesitar del uso de fitosanitarios, a la vez que más económico para el agricultor, por lo que se debería permitir al ser «la herramienta más eficaz y razonable» para mantener los campos limpios y para ser más competitivos.

Se trata de una «reivindicación histórica» del campo, que se practica en algunas comunidades autónomas y que en Extremadura se permitió en el año 2016. Si entonces era la solución, por qué no se ha vuelto a permitir, se ha preguntado Metidieri.

Esta petición se ha realizado en varias ocasiones durante el Estado de Alarma al ejecutivo regional y «ni tan siquiera se han dignado a respondernos», lo que contrasta con el apoyo, vía moción, que han realizado múltiples ayuntamientos de las zonas cerealistas. Esta falta de respuesta lo único que está haciendo es que «ya vayamos tarde».

Con relación a la competitividad, Metidieri ha indicado que el cereal de invierno en nuestra región y en nuestro país está perdiendo peso y espacio, pero con el contrasentido de que cada vez se incrementan más las importaciones, algo que es debido a que los precios son muy bajos y las exigencias cada vez más altas en los productos nacionales, mientras que no existe la misma vara de medir con los productos que vienen de fuera.

En concreto, según los datos aportados por APAG Extremadura Asaja, en España se consumen alrededor de 35 millones de toneladas de cereales de invierno, pero solo se producen algo menos de 20 millones. En Extremadura se ha pasado en los últimos 20 años de tener 309.000 hectáreas plantadas a las actuales 208.000, lo que muestra que la situación es muy complicada, puesto que no es rentable para los agricultores nacionales y si para los exteriores, que tienen menos trabajas y menos controles en la trazabilidad de los productos.

Entre los motivos de esa pérdida de rentabilidad, ha insistido Metidieri, se encuentra que cada día se están aplicando más productos químicos, que encarecen la producción, y que, además no son efectivos contra las plagas. Los fitosanitarios no dan una respuesta, sino que lo que hay detrás es un negocio de las grandes multinacionales, mientras el agricultor sigue aumentando sus gastos de producción.

En definitiva, para APAG Extremadura Asaja permitir la quema controlada de rastrojos sería una fórmula para acabar con las plagas y malas hierbas, de mejorar las producciones y abaratar los costes de una manera respetuosa con el entorno y, sobre todo, una práctica tradicional que ha funcionado a lo largo de los tiempos.

Para Metidieri no se puede permitir que producciones tan importantes, como los cereales de invierno, desaparezcan de nuestras campiñas, por lo que ha pedido que se den soluciones y que se tomen medidas para este cultivo, pero también para el mal generalizado de precios bajos.