Cuando se cumplen dos años del estallido de la guerra en Ucrania la madre ucraniana acogida en Llerena, Alona Dechtiarenko, asegura sentirse «muy feliz» porque sus hijos y ella puedan estar viviendo en la localidad pacense. Afirma que «les gusta España» y ahora solo pide que su marido pueda reencontrarse pronto con ellos.
Lorena Villalba es la madre extremeña de acogida de esta familia ucraniana. Se muestra «muy contenta» de tenerles aquí después de «llorar y sufrir mucho» hasta lograr traerles a Extremadura.
Villalba explica que antes «restaba importancia» a la guerra porque «por nuestra piel no la hemos rozado» y «no sabemos la crueldad» que se vive, mientras que ahora lo ve «de primera mano» y le «duele en el alma» al no entender cómo el ser humano, actualmente, «puede permitir esto», lamenta en declaraciones a Europa Press Televisión.
Estoy contenta porque luché y lloré mucho, pero están aquí»
«Aquí está una madre con sus hijos que han tenido que salir de su casa corriendo porque corrían peligro de que podrían morir, aunque con el corazón partido, porque tiene a su marido allí», ha lamentado.
Villalba recuerda que hace más de año y medio acogió un niño ucraniano de ocho años, Stanislav Kyrychenko, quien, aunque «lo pasó mal» porque era todo nuevo para él, «se apegó a ella como si fuera su madre».
Él captaba el español, pero no quería hablarlo. Me enfadé con él y le dije que entonces, si volvía a Ucrania, no podría hablar conmigo ni con sus amigos y entonces cambió el chip» y se adaptó a la vida en Extremadura.
El pasado verano y, a punto de que Stanislav regresara de vuelta a su país, su madre le pidió «que ayudase» a escapar al resto de la familia porque la situación en Ucrania «era insostenible» con tres niños pequeños.
Así, el pasado 30 de diciembre, tras mucho «sacrificio», Villalba consiguió que el resto de la familia, sin el marido, llegara hasta Llerena: Alona Dechtiarenko con sus tres hijos pequeños, aunque su marido «no pudo salir del país», ha lamentado.
En este sentido, ha asegurado que la mujer ucraniana está «con el corazón partido» porque tuvo que escoger entre viajar e instalarse en España o quedarse «en la frontera».
«Lo valiente que tiene que ser para seguir adelante», valora la extremeña. En este punto, Villalba ha destacado que uno de los niños es capaz de reproducir el sonido de una bomba «perfectamente» con tan solo seis años y contar en su idioma «lo que han pasado en la guerra».
Dificultades para adaptarse
Stanislav Kyrychenko, uno de los menores ucranianos acogidos en Llerena, explica que fue un poco difícil adaptarse a vivir en la localidad tras escapar de la guerra en su país porque no sabía hablar español ni conocía a Lorena.
Ahora su situación es mucho más llevadera, a pesar de la sombra de la guerra en su país. Kyrychenko va al cole, hace los deberes y los fines de semana sale con sus amigos en esta localidad del sur extremeño.
Para él, el reencuentro con su madre y sus tres hermanos el pasado mes de diciembre fue una sorpresa. «No se lo creía».
EP