Los «Detectives de la ESO», la actividad educativa con la que un grupo de alumnos extremeños corregía la ortografía de personas famosas, como el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha dado el salto de las redes sociales a las librerías, en una publicación que aborda la importancia del juego para motivar al alumnado.

El autor es Alejandro Galán (Cáceres, 1993), el profesor «soñador» y con poca experiencia, como él mismo se define, que puso en marcha la actividad.

En «Detectives de la ESO» (La Esfera de los Libros) aborda la vocación del docente y las virtudes de las redes sociales y del juego en el aula, además de ofrecer divertidas actividades para enganchar a los estudiantes y desmontar mitos sobre el profesorado, como que trabaja poco o que la sociedad avanza y la educación no.

Este profesor de Geografía e Historia, con apenas cuatro cursos a sus espaldas en institutos de Tomelloso (Ciudad Real) y Berlanga y Azuaga (Badajoz), parte de un dato: el alumnado pasa seis horas del día en clase, 30 a la semana y más de mil año y hay que intentar que sean lo menos aburridas posibles ya que para muchos estudiantes la jornada se convierte en «un ejercicio de supervivencia».

Para romper esta dinámica es muy importante que el profesor tenga vocación, es decir, entusiasmo, exigencia personal y preocupación por sus alumnos, además de la preparación de las clases y la transmisión de conocimientos y valores, según comenta a Efe.

A él le gusta hablar de «los magos de la tiza», que es además el subtítulo del libro, como «metáfora» de esos docentes con una personalidad desbordante que todos los días hacen «trucos» para intentar conectar con el alumnado y que aprendan disfrutando.

Y con esta filosofía nació en el instituto de Berlanga la actividad de «Detectives de la ESO», que permitió mejorar la ortografía y gramática de los alumnos implicados y que, como segundo objetivo, «más utópico», pretendía que la gente tomara conciencia del buen uso de la lengua, algo que en algunos casos se ha conseguido, según Galán.

Los alumnos comenzaron a seguir a políticos, deportistas, cantantes o periodistas con más de 20.000 seguidores en las redes sociales y su lupa comenzó a «sacar los colores» a más de uno, como Pedro Sánchez.

«Buenos días, Pedro. Somos un grupo de alumnos que corregimos faltas de ortografía. Tu falta ha sido no escribir tilde en la palabra ‘diálogo’. Un saludo».

En las «garras» de estos muchachos cayeron el político Rafael Hernando, el aventurero Jesús Calleja, el periodista Iker Jiménez y el actor Arturo Valls, entre otros muchos, como la cantante Julia Medina, con la que hubo un pequeño rifirrafe ya que inicialmente no se lo tomó bien.

La actividad tuvo sus altibajos y el tuit que lo cambió todo fue el que corregía a la cantante Aitana, que se hizo viral, lo que generó un aluvión de artículos y reportajes en muchos medios de comunicación.

Las respuestas de los famosos eran un acicate para los alumnos, pero el comentario «más bonito» para Galán llegó en alfabeto cirílico por parte de una maestra de Bielorrusia, que les hizo especial ilusión por venir de tan lejos.

Ahora, en el instituto Miguel Durán de Azuaga desarrollan otros juegos como el de los «Influencers históricos», en el que personajes como Napoleón, Robespierre, Washington o Guillermo I de Alemania hacen en la redes sociales el «postureo» que no pudieron hacer en su época, a la vez que interactúan entre ellos y polemizan.

Galán dice que los participantes investigan incluso la vida privada de los personajes para responder mejor en los debates.

Luis, de 4º de ESO, ha creado el perfil del emperador japonés Meiji, desde el que ha defendido sus méritos como gobernador, además de debatir, entre otros temas, sobre si el Tratado de Versalles fue demasiado duro con Alemania al término de la I Guerra Mundial.

«Me encantó», dice Luis sobre este trabajo, acompañado por Alba, de 3º de ESO, que explica a Efe otro juego educativo: «Crea tu país».

El grupo de Alba ha dado vida a Lavéndis, un pequeño país situado en una isla al lado de Australia, cuya capital es Sonderly, y que cuenta con cuatro poderes: Legislativo, Ejecutivo, Judicial y Social, este último formado por un grupo de expertos externos que vigila que no haya corrupción.

Esta nación, que gestiona su entrada en la ONU, mantiene muy buenas relaciones con Australia, pero no reconoce a Madagascar desde que un golpe de Estado acabara con el régimen democrático.

Y a estos juegos didácticos se suman otros muchos de simulación y de roles que Galán esboza en el libro.

Por Carlos González de Rivera

(c) Agencia EFE