La fachada trasera del domicilio, en la que se encuentran las dos ventanas del dormitorio y el salón, está pegada a la pequeña torre denominada del Olivar, un torreón secundario respecto a las torres principales que componen la visita al monumento.

Una vecina del barrio judío de Cáceres ha recurrido al Tribunal Supremo para defender su casa de las molestias que provocan los turistas en su domicilio cuando realizan una visita a una de las torres del conjunto monumental del Baluarte de los Pozos, a la que se encuentra adosada la vivienda de la recurrente.

La fachada trasera del domicilio, en la que se encuentran las dos ventanas del dormitorio y el salón, está pegada a la pequeña torre denominada del Olivar, un torreón secundario respecto a las torres principales que componen la visita al monumento.

La afectada adquirió y rehabilitó la vivienda en 2007, cuando aún no estaba abierta al público la torre ni estaba previsto, puesto que la fachada de la vivienda se encontraba en muy mal estado antes de la restauración. El Ayuntamiento de Cáceres abrió al público el torreón en 2009 y entonces comenzó el problema de la propietaria, que ha ido progresivamente en aumento, según ha ido creciendo el número de turistas en la ciudad.

Actualmente el Baluarte de los Pozos es uno de los conjuntos monumentales más visitados del casco histórico de Cáceres. En 2023 recibió 32.000 visitantes y solo en los cuatro días del puente de la Constitución del 2024 pasaron por este recinto 1.039 personas. El conjunto abre todos los días del año durante 7 horas al día, menos los lunes y algún festivo en Navidades.

«Tengo turistas en mi ventana todas las mañanas y todas las tardes, todos los días, sábados y domingos incluidos. No puedo dormir hasta tarde, no puedo abrir las ventanas en verano, no puedo concentrarme para leer y no tengo intimidad. A veces he pillado a gente haciendo fotos del interior de la casa. Los lunes y los días que llueve mucho son los únicos días que tengo paz», ha explicado la afectada.

En junio del año pasado presentó una demanda al Ayuntamiento de Cáceres solicitando el cierre de esta torre secundaria que, en su opinión, «no enriquece decisivamente la experiencia de la visita turística al resto del conjunto, o que se adopten medidas restrictivas que eviten o reduzcan al máximo las molestias».

«Muchas veces hay grupos numerosos de estudiantes o familias con niños que se ponen a gritar entre ellos durante mucho rato o visitas con guías que utilizan micrófonos, así que es como si los tuviera a todos dentro de casa porque la torre es como si fuera mi balcón», ha señalado.

Entre las medidas solicitadas como alternativa al cierre total de esta torre, está la reducción del horario de visita, el cierre los sábados y domingos, la restricción del uso de microfonía, la limitación de las visitas a dos personas durante un tiempo limitado y siempre en compañía del personal municipal, la colocación de carteles avisando a los visitantes de la necesidad de mantenerse en silencio y no usar los teléfonos móviles.

El consistorio cacereño rechazó la adopción de estas medidas, por lo que la propietaria recurrió la decisión municipal al Juzgado de lo Contencioso-Administrativo de Cáceres que falló a favor del ayuntamiento.

La afectada presentó en su defensa vídeos en los que se aprecian grupos numerosos de visitantes, o un informe psicológico que certifica el daño psicológico que está provocando esta situación en ella, pero el juzgado sentenció que «las molestias que sufre esta vecina son las de cualquier vivienda que se encuentra a pie de calle».

El bufete de abogados que representa a la afectada presentará en los próximos días un recurso excepcional ante el Tribunal Supremo contra esta sentencia apelando a la inviolabilidad del domicilio protegido por ley.

«Estoy desesperada. Me compré esta casa cuanto tenía 23 años para emanciparme y lo hice con toda la ilusión de vivir en el casco histórico. Ahora cada día me arrepiento de ello. Me siento desprotegida e impotente porque el ayuntamiento me está echando de mi hogar», ha subrayado la afectada que lamenta que el ayuntamiento no vele por el bienestar de los vecinos del casco antiguo, que contribuyen a que «siga siendo un barrio con vida vecinal y no solo un museo para turistas».

Por ello, ha lamentado que el consistorio se «enorgullezca» ante los medios de comunicación de «su triunfo frente una vecina que únicamente está pidiendo poder tener paz en su casa».