Las donaciones recibidas servirán para apoyar la fase de respuesta a la emergencia. Cáritas Diocesana de Mérida-Badajoz

Se cumplen más de 50 días desde que las provincias de Valencia y Albacete vivieran las peores inundaciones del siglo, provocadas por la DANA que arrasó con viviendas, negocios y dejando caos en los pueblos y ciudades. Desde el primer momento, Cáritas Diocesana de Mérida-Badajoz, junto con el resto de las Cáritas Diocesanas de España, activó el protocolo de emergencia para canalizar toda la ayuda posible hacia las familias afectadas.

A fecha de hoy, Cáritas Diocesana de Mérida-Badajoz ha realizado el envío de 570.000 euros, de las donaciones recibidas de particulares y empresas, destinados a cubrir las necesidades más urgentes y acompañar a las personas en el proceso de recuperación. Esta cifra refleja la extraordinaria respuesta de la sociedad, que ha mostrado su solidaridad y generosidad en momentos de adversidad, dando una nota de esperanza en medio del sufrimiento.

Respuesta inmediata y plan a largo plazo
Desde el primer momento, la confederación de Cáritas puso en marcha un plan de emergencia. En una primera instancia se activó la fase de impacto y rescate, donde se trataron de responder a las necesidades más básicas y urgentes (alimentos, ropa, higiene, apoyo económico para gastos inmediatos) de las personas afectadas. Además,
se realizaron los primeros contactos con las personas voluntarias que se encuentran en las poblaciones afectadas para conocer su situación y poder acompañar cualquier iniciativa o demanda de los equipos.

Actualmente, se encuentra en la segunda fase, centrada en el acompañamiento y asesoramiento de las familias afectadas, así como en la entrega de elementos necesarios para facilitar su recuperación. El objetivo principal es
restituir, a medio y largo plazo, los medios de vida de las personas damnificadas, con especial atención a quienes se encuentran en situaciones de mayor vulnerabilidad.

La intervención de Cáritas en el terreno se centra especialmente en dos colectivos de población especialmente vulnerables. Por un lado, los menores que han visto interrumpidos sus espacios habituales, tanto formales como informales (colegios, institutos, parques, lugares de ocio, espacios deportivos…), enfrentándose además al impacto emocional y psicológico que esta situación ha generado en sus vidas. Por otro lado, las personas mayores, quienes han experimentado situaciones de soledad y pérdidas, tanto materiales como personales, y que requieren de un cuidado y atención especial para afrontar su realidad.

En la tercera fase de la emergencia, orientada a la rehabilitación y reconstrucción, las ayudas directas a las familias se complementarán con proyectos más amplios de apoyo y atención integral dirigidos a personas y colectivos. Estos
esfuerzos no solo abarcarán a quienes ya eran atendidos antes del 29 de octubre, sino también a todas aquellas personas afectadas que necesiten respaldo económico y emocional para reconstruir sus vidas.