Pacientes con tumores en estadio inicial pero inoperables, con un pronóstico malo y rápida evolución. Que siguen vivos un año después tras una modificación del tratamiento estándar. Sumando inmunoterapia a la quimioterapia antes de la radioterapia en lugar de después, la supervivencia ha aumentado un 13%. Y la idea es española.
Lo ha llevado el Grupo Español de Cáncer de Pulmón (GECP) al Congreso internacional World Conference on Lung Cancer, que se está celebrando en California. Son los resultados del estudio APOLO, que se ha desarrollado de forma académica en 22 hospitales españoles con el objetivo de mejorar los resultados del tratamiento habitual de los pacientes con cáncer de pulmón en estadio inicial pero inoperable. Y los resultados hablan de éxito.
Un 68,4% de los pacientes incluidos en el ensayo estaban vivos y sin enfermedad un año después de iniciar el tratamiento. Un 86,8% estaban vivos aunque con restos de la enfermedad. «En comparación con otros ensayos -explica el investigador principal, el doctor Mariano Provencio, presidente del GECP- nuestro estudio muestra una mejora de entre el 13% y el 14% en supervivencia».
¿Cómo se logra?
La base del ensayo APOLO es cambiar el tratamiento estándar, que aplica a los pacientes quimioterapia antes de la radioterapia e inmunoterapia de mantenimiento después e introducir la inmunoterapia antes de la radiación. Y el resultado funciona.
No es la primera vez que oncólogos españoles del Grupo de Cáncer de Pulmón exploran una variación en los tratamientos. Ya hace cinco años, y también de forma pionera en el mundo, presentaron resultados que evaluaron el beneficio de aplicar quimioterapia e inmunoterapia antes de la cirugía en pacientes con tumores de pulmón operables. El estudio NADIM permitió hablar entonces de un aumento de la supervivencia del 20%. En esta edición del World Conference on Lung Cancer los oncólogos españoles están confirmando que esos resultados siguen teniendo vigencia.
Los datos ofrecidos en el estudio APOLO no muestran elementos de preocupación sobre la seguridad o las muertes relacionadas con el tratamiento. Más aún, como explica el doctor Provencio, «la eliminación del ctDNA (el ADN que vuelcan los tumores en el torrente sanguíneo) no sólo muestra una buena predicción de la supervivencia libre de progresión», sino que abre la puerta a considerar este marcador como un predictor «sobre qué pacientes pueden recaer o van a responder al tratamiento».
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