Los golpes de calor más graves que requieren ingreso en UCI se acompañan de alteraciones neurológicas y fallos multiorgánicos, de ahí su elevada mortalidad.

El aumento de las temperaturas en España ha extendido los veranos en casi cinco semanas, expandido el clima semiárido y aumentado la frecuencia, duración e intensidad de las olas de calor.

Este cambio ha provocado un incremento significativo en la gravedad de ciertas enfermedades, especialmente las respiratorias, y ha complicado las infecciones, de hecho, algunas de estas enfermedades infecciosas podrían dejar de ser importadas y volverse locales.

«En las UCI, somos conscientes de que los cambios en el medio ambiente están transformando nuestra práctica clínica y de que nuestra actividad, aunque indispensable, debe llevarse a cabo bajo estándares medioambientales óptimos», explica el doctor Ricard Ferrer, jefe del Servicio de Medicina Intensiva del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona.

Es necesario adaptar los Servicios para atender las nuevas patologías asociadas al cambio climático y la posible evolución de las actuales. Esto implica una adaptación estructural para manejar los picos de demanda durante los meses más calurosos, así como una mayor formación en diagnóstico y tratamiento», añade el especialista.

Enfermedades ocasionadas por una ola de calor

«Las altas temperaturas no son saludables para nadie, ya sea en situaciones puntuales, como estar bajo el sol en una cola o en la playa, o durante periodos prolongado, como las olas de calor, especialmente cuando las temperaturas no descienden por la noche», señala Javier Mateos Delgado, especialista en Medicina de Familia y Comunitaria y coordinador de la unidad de emergencias del Hospital de Medina del Campo, en Valladolid.

Según el experto, el calor provoca una mayor pérdida de líquidos a través de la sudoración y la respiración, lo que puede llevar a la deshidratación. Esto es particularmente perjudicial para diabéticos, asmáticos, cardiópatas, hipertensos y pacientes con insuficiencia renal.

Javier Mateos también subraya la necesidad de prestar especial atención a los tres grupos de población más vulnerables: los niños, especialmente los bebés, debido a su mayor porcentaje de agua corporal y su incapacidad para expresar sed; los ancianos, que pierden la sensación de sed; y las embarazadas.

Según los profesionales de medicina interna delHospital Cruz Roja de Córdoba, la adaptación tardía al calor, conocida como aclimatación, provoca cambios similares a los observados en el entrenamiento físico. La patología relacionada con el calor se presenta en cuatro formas clínicas principales, que varían en gravedad: calambres, síncope o desvanecimiento, agotamiento o colapso, y la más grave, el golpe de calor.

Aproximadamente, la exposición a una temperatura ambiental de 27º a 31,5º provoca fatiga; de 32º a 40º, insolación, calambres por calor y agotamiento por calor; de 40,5º a 54º, además de los síntomas anteriores, aumentan las posibilidades de golpe de calor, si falla la termorregulación y no se toman medidas preventivas. Finalmente, una exposición prolongada a temperaturas por encima de 54º se asocia con una alta probabilidad de desarrollar un golpe de calor.

De esta manera, según los profesionales, son nueve las principales enfermedades y afecciones que se asocian a una ola de calor:

  • Fiebre miliaria (salpullido por calor): ocurre cuando los conductos sudoríparos de la piel se bloquean o se hinchan, causando incomodidad y comezón.
  • Calambres por calor: se presentan en los músculos después de hacer ejercicio, debido a la pérdida de agua, sal y minerales (electrolitos) por la sudoración.
  • Edema por calor: hinchazón en las piernas y manos, que puede ocurrir cuando se está sentado o de pie durante mucho tiempo en un ambiente caluroso.
  • Tetania por calor: implica hiperventilación y estrés, generalmente causada por periodos cortos de estrés en un entorno caluroso.
  • Síncope por calor (desmayos): sucede debido a la baja presión arterial cuando el calor provoca la dilatación de los vasos sanguíneos y los líquidos del cuerpo descienden hacia las piernas por la gravedad.
  • Agotamiento por calor (postración por calor):generalmente ocurre cuando una persona trabaja o hace ejercicio en un clima caluroso y no bebe suficiente líquido para reponer lo perdido.
  • Insolación: ocurre cuando el cuerpo pierde la capacidad de regular su temperatura, que puede subir a 105°F (40.6°C) o más. Es una emergencia médica que puede poner en peligro la vida o causar problemas graves a largo plazo incluso con tratamiento inmediato.
  • Deshidratación: ocurre cuando el cuerpo pierde más líquidos de los que ingiere, afectando su funcionamiento. Los síntomas incluyen sed intensa, boca seca, fatiga, taquicardia, piel áspera, orina oscura y menos frecuente. Javier Mateos destaca la importancia de mantener una buena hidratación, especialmente para niños, ancianos y personas activas. Beber líquidos frecuentemente y consumir bebidas isotónicas o una limonada casera con agua, limón, azúcar, sal y bicarbonato, puede prevenir debilidad, mareo y cefalea, y ayudar a controlar la temperatura corporal.
  • Golpe de calor: es una afección grave que ocurre cuando la temperatura corporal se eleva rápidamente y el cuerpo no puede enfriarse por sí mismo. Los síntomas incluyen piel caliente y seca, confusión, pérdida de conciencia, y puede llegar a ser mortal si no se trata de inmediato. Los intensivistas subrayan la importancia de actuar rápidamente en caso de golpe de calor, trasladando a la persona afectada a un lugar fresco, aplicando compresas frías y buscando atención médica urgente.

¿Cuáles son las consecuencias de un golpe de calor?

Los intensivistas ponen sobre la mesa las consecuencias de un golpe de calor, que, a menudo, requieren ingreso en la UCI. “Se trata de una emergencia médica con una alta mortalidad, que puede oscilar entre el 5% y el 50%. Estos casos se caracterizan por una temperatura corporal superior a 40,5 °C, alteraciones neurológicas y fallo multiorgánico. El diagnóstico puede incluir alteraciones neurológicas severas y la afectación de varios órganos. Debido a esta gravedad, es necesario el ingreso en una UCI para su tratamiento”, explica el Dr. Eduard Argudo, intensivista del Hospital Vall d’Hebron.

Para tratar a estos pacientes, los intensivistas se enfocan en reducir la temperatura corporal lo más rápido posible. “El enfriamiento debe iniciarse inmediatamente, sin importar dónde se encuentre el paciente, y debe continuarse de manera activa hasta controlar la temperatura. Las medidas más efectivas incluyen la inmersión en agua fría y la vaporización de agua fría. Además, es crucial brindar soporte a todos los órganos que fallan, por lo que estos pacientes generalmente requieren intubación, conexión a ventilación mecánica invasiva, fármacos vasoactivos y terapias de reemplazo renal”, explica el doctor Argudo.

Los golpes de calor también impactan el transporte de pacientes críticos. Las temperaturas extremas pueden afectar la temperatura corporal de los pacientes y algunos equipos o dispositivos médicos. “Los pacientes que requieren oxigenación por membrana extracorpórea (ECMO), por ejemplo, están en mayor riesgo de exposición a la temperatura exterior, lo que puede hacer que su temperatura corporal varíe fácilmente si no se utilizan dispositivos de control adecuados», añade incide Argudo.

Para minimizar este riesgo, es necesario utilizar vehículos climatizados. Esto es generalmente sencillo en ambulancias terrestres, pero más complicado en transporte aéreo, ya que no todas las aeronaves tienen aire acondicionado. Además, el calor extremo también limita la operatividad de los helicópteros”, añade el intensivista.

Nuevo perfil de las infecciones

la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias pone de relieve las infecciones que podrían incrementarse con el aumento de las temperaturas. Entre las enfermedades que más podrían propagarse, se encuentran la malaria, la fiebre del Nilo Occidental, el dengue, el chikungunya y la criptosporidiosis, según explica el doctor Antoni Trilla, epidemiólogo y catedrático de Medicina Preventiva de la Universidad de Barcelona.

«Estas infecciones son bien conocidas y prevalecen en otras regiones. Actualmente, en Europa, la mayoría de los casos son importados por viajeros; pero, si las condiciones climáticas cambian, podríamos empezar a ver casos autóctonos e, incluso, brotes localizados, como ya ha sucedido en Italia con el chikungunya», señala el doctor Trilla.

”Es fundamental estar informados sobre estas enfermedades, considerarlas no solo como importadas, sino también como posibles casos locales, y actuar rápidamente con un diagnóstico de sospecha y las medidas preventivas adecuadas».

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