Más de 200 peregrinos de las islas de Micronesia, como Las Marianas, y de Hawái, de entre 13 y 25 años, junto a matrimonios jóvenes, catequistas y tres sacerdotes -de Hawái, Polonia y Texas–, camino de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que se celebra en Lisboa hasta el domingo con el Papa Francisco, han visitado desde el miércoles Segura de León y Fregenal de la Sierra (Badajoz), pueblo del misionero jesuita Manuel de Solórzano, quien evangelizó en las islas hace más de 300 años y lo asesinaron.
En este sentido, los coordinadores del grupo, David Atienza y Maruxa Ruiz, matrimonio que lleva 20 años en la isla de Guam, explican a Europa Press que esto es «una historia muy bonita», indicando que «hay más misioneros», siendo «muchos los jesuitas que dieron la vida como mártires» en los primeros años de evangelización en las islas.
Uno de ellos fue Manuel de Solórzano, natural de Fregenal, «un hombre que salió con deseo de dar su vida por amor a Cristo y al Evangelio», destaca Atienza, quien comenta que «salió de Sevilla, que era el centro del mundo en aquel momento, para irse a una isla en el Pacífico tras un viaje de dos años duros, cuando la mayoría de misioneros morían antes de llegar, para anunciar a Jesucristo donde no había oro, ni plata, sino seres humanos, almas, viviendo en una situación de pueblos indígenas, nada romántico, sino con miedo a los ancestros».
En cualquier caso, «había cosas buenas también, pero sin Jesucristo», puntualiza el coordinador y profesor de Antropología en la Universidad de Guam, quien valora que dicho viaje «compensó al revolucionar todo y cambiar la cultura» con «una aventura impresionante que abrió una vía que 300 años después aquí estamos».
Así, tras recorrer más de 13.000 kilómetros, «se ha cumplido que hayan llegado 200 jóvenes de las islas para encontrarse con los frexnenses y segureños, darse la Comunión y el cariño», algo sobre lo que ha dicho que «viene del cielo, no es normal».
En su opinión, hay «poca consciencia» de la labor de Manuel Solórzano y otros misioneros en las islas, de ahí que mantenga que «esto hay que educarlo, porque hay un complejo de vincular la evangelización con la colonización y la violencia, cuando no es así», puesto que «hay un impulso misionero que fue trascendental».
En este caso, afirma que «hay una semilla que dejaron los misioneros, porque dejaron su sangre», de forma que «esa semilla está ahí y 300 años después hay católicos en todas las islas», pero «ahora mismo el catolicismo está bastante rodeado y perdiendo fieles ante los mormones e iglesias no católicas», motivo por el que ve «muy importante recuperar el sentido de comunidad cristiana católica», admitiendo que «es muy difícil transmitir la fe a los jóvenes».
MOMENTOS DE FRATERNIDAD
Los momentos de fraternidad vividos, tanto en Fregenal como Segura, los definen con «mucha emoción», resaltando la eucaristía celebrada en el Santuario de Santa María de los Remedios, presidida por el vicario general de la Archidiócesis Mérida-Badajoz, Francisco Maya, junto al párroco local, Andrés Román, y los sacerdotes del grupo, además de contar con una representación de la comunidad de Madres Agustinas de Nuestra Señora de la Paz de Fregenal. En ella se ha leído una carta del delegado jesuita Sergio García Soto, agradeciendo el paso de los peregrinos por esta tierra y recordando la entrega de Solórzano.
También han realizado distintas visitas culturales en ambos municipios del sur de la provincia pacense, han tenido momentos de ocio y han puesto en escena bailes tradicionales de cada una de las islas, junto a una actuación del Coro Rociero Aromas de Sierra de Segura de León.
En concreto, se han dado cita comunidades cristianas de Guam, Saipán, Palaos, Kiribati, las Islas Marianas del Norte y Hawái, «cada una con su historia, porque son países, aunque pequeños», precisa Ruiz.
Al respecto, los peregrinos no sólo vienen «por espiritualidad», sino también para «vivir la realidad» con «una convivencia intensa», con «grupos que se ayudan unos a otros», explican los coordinadores, que añaden que «los chicos vienen en una búsqueda, buscando una respuesta a su vida, porque muchos vienen con mucho sufrimiento, dañados y heridos, porque el mundo es cruel y difícil».
En las islas se mantienen las labores de evangelización cristiana, junto a la convivencia con otras religiones. Y en este caso los jóvenes del grupo forman parte de una segunda generación con el Camino Neocatecumenal.
Al hilo, Ruiz relata que «a estos jóvenes se les expone la vida de Dios, con un camino de conversión de años, entendiendo cómo Dios ama a cada persona», de modo que «algunos de los jóvenes han tenido ya una experiencia de Jesucristo y pueden hablar de su historia», mientras que «otros están empezando y otros están rotos y vienen aquí a curarse», teniendo «la experiencia de que Dios les ama».
Igualmente, Atienza asevera que «los jóvenes están muy instruidos en general» y quieren «encontrarse con Cristo, que existe y está resucitado», a la vez que hay jóvenes «muy destruidos por Internet, la pornografía, las drogas y la presión mediática», de manera que «esta peregrinación les ayuda a salir del hoyo y darse cuenta que se puede vivir sin teléfono, que hay una esperanza, haciendo comunión entre ellos y conociendo a otros jóvenes del mundo, y que se sienten queridos y no solos –ante casos de jóvenes que piensan en el suicidio–«.
Mientras, precisa que «este viaje para los jóvenes es muy caro, porque llevan trabajando un año y haciendo eventos para conseguir dinero», de hecho, como ejemplo, señala que «de la isla de Kiribati sólo han podido venir cuatro personas y eran 40 los que querían venir, pero no tenían posibilidades, porque el sueldo de una persona de la isla son 2.500 euros al año y el viaje cuesta unos 5.000», motivo por el que han realizado «colectas» y «se han pedido donaciones», para luego «hacer un sorteo» en el que elegir a las cuatro personas que están en la peregrinación y darán cuenta de ella.
LA PEREGRINACIÓN
Los vuelos desde las islas del Pacífico empezaron a salir desde el día 27 de julio y ha sido el día 29 cuando se ha iniciado la peregrinación en Madrid. Posteriormente han pasado por Plasencia, Badajoz, Segura de León, Fregenal de la Sierra y de nuevo Badajoz, para dirigirse este viernes a Bugalhos, a unos cien kilómetros de Lisboa, y participar en la JMJ.
Los jóvenes vivirán en la capital de Portugal parte del culmen de su preparación «para descubrir a Cristo» en este peregrinar, que continuarán días después hasta Finisterre (Galicia), y de ahí al día a día en sus vidas, después de «una cita fundamental» con el Papa y jóvenes de todo el mundo «en un contexto de fe, oración y diversión», transmite el coordinador.
EP