En la homilía de su funeral celebrado en la iglesia Santa María Magdalena, en Olivenza

 

El Arzobispo de Mérida-Badajoz, D. José Rodríguez Carballo, preside el funeral de Guillermo Fernández Vara, concelebrado por los obispos de Coria-Cáceres, D. Jesús Pulido, de Plasencia, D. Ernesto Brotons, y el obispo emérito de Jaén, natural de nuestra diócesis, D. Amadeo Rodríguez Magro, así como por 16 sacerdotes.

En su homilía, D. José habló de la Resurrección, en la que creemos los cristianos y que estamos llamados a anunciarla al mundo entero. Recordó que Guillermo vivió la experiencia de la fragilidad, la vulnerabilidad, la enfermedad y la muerte con paz y esperanza.

Además, el Arzobispo hizo hincapié en la figura de Guillermo Fernández Vara como político comprometido con la vida pública, buscando el bien común, sin dejar de presentarse como cristiano: «Su ser de político cristiano se reflejaba en su estilo de vida: cercano, sencillo, dialogante, sin querer herir al adversario político».

D. José repasó en su homilía el compromiso como católico del expresidente de la Junta de Extremadura: pertenecía a la Hermandad del Descendimiento y la Soledad de Olivenza, en las que procesionaba, y, antes de comprometerse en la vida política, fue catequista de confirmación durante 10 años en esta parroquia de Olivenza.

Por último, D. José afirmó que «hoy podemos decir que ha muerto un hombre bueno y un cristiano que mantuvo clara su identidad como tal en todo momento».

El féretro fue recibido a las puertas del templo por el Arzobispo de Mérida-Badajoz, quien hizo una breve oración. La primera lectura y la oración de los fieles fueron leídas por dos miembros del instituto Secular «Hogar de Nazaret», Inés Escobar, su directora general, y Clari, respectivamente.

Al funeral, celebrado en la intimidad, asisten numerosas autoridades políticas, encabezadas por el Presidente del Gobierno de España, la Presidenta del Congreso, el Presidente del Senado y la Presidenta de la Junta de Extremadura, así como otras autoridades civiles, militares y académicas.

Al finalizar el funeral sus familiares han llevado el féretro ante la imagen de la Virgen de la Soledad, de la que Guillermo Fernández Vara era muy devoto.

HOMILIA

Queridos hermanos en el Episcopado, querida familia de Guillermo, su esposa María Luisa e hijos, Teresa y Guillermo y demás familiares, Excelentísimo Sr. Presidente del Gobierno de España, Excelentísima Sra. Presidenta del Congreso, Excelentísimo Sr. Presidente del Senado, Excelentísima Sra. Presidenta de la Junta de Extremadura, Excelentísima Sra. Presidenta de la Asamblea de Extremadura, Excelentísimo Sr. Delegado del Gobierno en Extremadura, Ilustrísimo Sr. Alcalde de Olivenza, y dignísimas autoridades civiles, militares y académicas, queridos sacerdotes aquí presentes, queridos vecinos y amigos de Guillermo, queridos hermanos todos: ¡El Señor os dé la paz! Nos hemos reunido esta mañana aquí, en esta Iglesia de la Magdalena de Olivenza, templo al que Guillermo acudía todos los domingos para participar en la Eucaristía.

Lo hacemos, como hemos manifestado los obispos de la provincia eclesiástica de Mérida-Badajoz, uniéndonos “al dolor de sus familiares, amigos, miembros de su partido y de cuantos lloran hoy la muerte de Guillermo Fernández Vara”, expresidente de la Junta de Extremadura.

Lo hacemos reconociendo, “con gratitud, la entrega y servicio que Guillermo prestó a nuestra tierra del que ha sido y es un referente para nuestra región”. Lo hacemos con la mirada puesta en el Dios de la vida, y como creyentes elevamos nuestra oración por su eterno descanso. “La gente insensata consideraba su tránsito una desgracia, su partida de entre nosotros como una destrucción. Pero ellos descansan en paz” (Sab 2, 23), hemos escuchado en la primera lectura de esta Eucaristía, tomada del Libro de la Sabiduría.

Que los muertos descansen en paz, que Guillermo descansa en paz, es algo que, como dice el Salmista “los insensatos no lo saben, y los necios no lo entienden” (Sal 92, 6), pero nosotros lo sabemos y por la fe confesamos que los muertos, que Guillermo, descansa en paz del Señor, pues como dice el Apóstol Pablo: “Si morimos con Cristo, viviremos con él” (Rm 6, 8). Queridos hermanos: Jesús ha resucitado.

Y si Cristo ha resucitado, todos resucitaremos con Él (cf. 1Cor 15, 12-10). Este es el Evangelio, la Buena Noticia que los que tenemos la dicha de creer estamos llamados a anunciar al mundo entero. Este es el núcleo de nuestra fe, y esta certeza es la que motiva la esperanza de quienes, como dice el Apóstol de los gentiles, confesamos que “Dios resucitará con Jesús a los que han muerto en unión con él” (1Ts 4, 14), y que aunque “nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha por manos, una morada eterna en los cielos.” (2Cor 5,1).

Hoy nos dice Jesús: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto vivirá, y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás.” (Jn 11, 25-26). La resurrección de Jesús es para nosotros cristianos el acontecimiento más importante de la historia, el acontecimiento que da sentido a nuestra vida y a nuestra muerte, es la razón de nuestra “esperanza cierta” en la resurrección de los muertos (cf. 1P 1, 3), en la certeza de que si Cristo ha resucitado, todos resucitaremos con Él (cf. 1Cor 15, 12-20). “¿Crees esto?”, nos pregunta Jesús también hoy a nosotros, como un día preguntó a la hermana de Lázaro de Betania.

Seguro que Guillermo lo creía. Por eso el encuentro de esta mañana es fundamentalmente un encuentro de fe, porque Guillermo era un hombre de fe y creía en la resurrección. ¿Qué más podemos decir de él? Podemos decir que Guillermo ha vivido la experiencia de la fragilidad, la vulnerabilidad, la enfermedad del cáncer y la misma muerte con paz y esperanza. Siendo consciente como médico que era del tiempo que iba a vivir, supo darle sentido a la enfermedad hasta el punto de dar gracias por la misma. Llegó a decir: “Doy gracias por la enfermedad del cáncer porque me permite vivir otra vida a como la he vivido hasta ahora”. Como cristiano y médico quería estar cercano a los que sufrían esta misma enfermedad, lo que le llevó a recibir la quimioterapia junto a los ciudadanos de a pie, compartiendo con ellos sus experiencias dolorosas.

No quería preocupar a los demás por su enfermedad, aunque pasase momentos de dolor. Él sabía muy bien que el cáncer que padecía y su evolución no le permitirían vivir mucho tiempo, pero a la pregunta cómo estás, respondía siempre: “Estoy bien, estoy bien”. Guillermo fue, además, un político comprometido en la vida pública, buscando el bien de Extremadura, y todo ello sin dejar de ser y de presentarse como cristiano.

Su ser de político cristiano se reflejaba en su estilo de vida: cercano, sencillo, dialogante, sin querer herir al adversario político. Guillermo vivió y experimentó lo que cualquier persona, sabiendo mantener un equilibrio entre su persona y el personaje que representaba. Por eso buscaba que su vida política no entorpeciera su vida familiar, aunque no pudiera dedicarle el tiempo que desearía. Pero al finalizar su vida política y durante su larga enfermedad pudo disfrutar como un buen abuelo de sus nietos.

Un último detalle: En su vida como cristiano nunca ocultó su ser católico, manifestando también públicamente la pertenencia a la Hermandad del Descendimiento y la Soledad de Olivenza, en las que procesionaba. Y anteriormente, antes de comprometerse en la vida política fue catequista de confirmación durante 10 años en esta parroquia.

Por todo ello, hoy podemos decir que ha muerto un hombre bueno y un cristiano que mantuvo clara su identidad como tal en todo momento. Tal vez a más de uno le haya parecido extraño que como Evangelio hayamos proclamado el texto de las bienaventuranzas (cf. Mt 5, 1ss). Ciertamente, para quien vive al margen de la lógica del Evangelio lo es.

Llamar felices a los pobres, a los perseguidos, a los que lloran, pasan hambre… no es comprensible desde la lógica del mundo que ve en todo eso una desgracia. En cambio para los que siguen la lógica de Jesús, sí tienen pleno sentido.

El Evangelio tiene otra lógica muy distinta a la del mundo, por eso, para nosotros cristianos, llamados a ser hermenéutica del Evangelio y a trasparentar la vida de Jesús, esta página es nuestro carnet de identidad por ser el retrato más fiel de Jesús de Nazaret.

Seguro que Guillermo, con todas las fragilidades propias de la condición humana, intentó hacer de esta página evangélica su carnet de identidad, por eso, a pesar de lo mucho que sufrió a causa de la enfermedad que le acompañó en los últimos años de su vida, a pesar de todo ello fue bien consciente de haber sido bendecido por el Señor y hoy es feliz, dichoso, bienaventurado, pues, por su infinita misericordia, el Señor lo acoge entre sus brazos de Padre para que goce del banquete que le ha preparado. D.E.P. querido hermano Guillermo y feliz cumpleaños hoy cumplirías 67 años- en la casa del Padre. Que la Virgen María, en su advocación de la Soledad, te presente a su Hijo y seas dichoso por la eternidad. Fiat, fiat, amén, amén.